Desde 1988 que mi consultorio es más que un domicilio profesional, de alguna manera es una prolongación de mi propio hogar, y porque no, una extensión de mi mismo. Me agrada la sensación de calidez que le aporta, primero cada una de las personas que integra mi equipo de trabajo, y luego cada detalle que hemos sumado en tanto tiempo.

La música es elegida especialmente, sonidos de mantras serenan el espíritu, y transmiten una suerte de paz interior y alegría. Los sahumerios y otras fragancias en aceites también apuntan en el mismo sentido.

Desde hace años el consultorio está armonizado con la técnica del Feng Shui, sumando equilibrio a un espacio, que natural e inexplicablemente, ya lo poseía el día que atravesé su puerta por primera vez.