Me voy a tomar la atribución de compartir algunos aspectos de mi historia que crea de interés, ya no desde el punto de vista de mi currículum,  sino de cómo fue evolucionando mi propio pensamiento hasta llegar a este presente.
Vienen a mi mente un montón de recuerdos,  que vistos en perspectiva , entiendo que influyeron en mi modo de pensar y de sentir la profesión.
Para empezar, recuerdo como influencia inicial para mi vocación, a mi pediatra. Conservo la sensación divinamente curativa de su oreja apoyada directamente en mi espalda haciéndome respirar profundo, y de su mano tibia hurgando mi panza preguntando si sentía algún dolor. Era un chico bastante asustadizo, y seguramente influenciable. Lo cierto que su presencia me garantizaba seguridad, y para mis temores no había mejor antídoto. Con él comprendí años después lo que es el “remedio médico”, el don que tienen algunas personas, sean o no profesionales, de sanar con su presencia.
En mi adolescencia fui atendido por primera vez por un médico homeópata unicista. De ese encuadre aprendí lo que es la individualización, el entendimiento del padecimiento profundo que con el tiempo llevará a enfermar físicamente.
A los veintidós años, me recibí de médico, y durante siete años tuve una rigurosa formación ortodoxa en la residencia de Clínica Médica del Hospital Ramos Mejía, y concomitantemente fui médico de Terapia Intensiva en distintas instituciones privadas. Fueron años de un aprendizaje voraz, podríía asegurar que recién en ese ámbito me diplomé como médico. Esa etapa me hizo crecer desde lo humano, la relación con pacientes a cargo,  interactuar con ellos , con familiares, informar una mejoría o un empeoramiento, enfrentar por primera vez a la muerte, contener a otras personas, sean enfermos, familiares o aún a otro colega. 
En el año 1986 empecé a estudiar homeopatía y un año después Medicina China, inmerso por entonces en un mar de dudas acerca de la forma de encarar la medicina, aceptando mi aprendizaje clínico ortodoxo, pero renegando en lo referente al entendimiento del origen de la enfermedad y consiguientemente de su forma de curar.
Luego de treinta años dedicado a mi práctica actual, entiendo que frente a un padecimiento puntual, el médico más rico será el que más herramientas conozca y mejor las utilice. 
Con más de veintemil pacientes tratados en forma personal, profundizando en el origen y no solo en las consecuencias, atendiendo el síntoma como parte de un todo, entendiendo que sólo podemos  hablar de curación verdadera, si logramos la armonía en los diferentes planos, físico, psíquico, espiritual y energético.