Como es adentro es afuera - Primera parte
- Ricardo Nacach
- 10 sept 2014
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 11 sept 2018
¿Existen enfermedades psicosomáticas y otras que no lo son?, seguramente no habrá unanimidad en la respuesta.

Mi posición no es antojadiza y aunque de ningún modo me siento el dueño de la verdad, creo profundamente que el origen de toda enfermedad, comienza básicamente con una desarmonía en la normal circulación energética asociada a trastornos en la esfera psicoemocional.
Cuando era alumno de la universidad, el capítulo de las enfermedades psicosomáticas incluía padecimientos tales como las gastritis y úlceras, psoriasis, colitis ulcerosa, hipertensión arterial, asma bronquial, etc. Otro importante grupo de padecimientos eran definidos como idiopáticos o de causa desconocida, como la mayoría de enfermedades tumorales y algunas autoinmunes sólo a modo de ejemplo.
Por otra parte el gran capítulo de las enfermedades infectocontagiosas hacía hincapié en los virus, bacterias, y otros agentes patógenos como protagonistas principales, asociados en algunos casos a determinadas condiciones del huesped favorecedoras de la enfermedad.
Dos anécdotas con sendos pacientes nuevos que conocí la semana anterior me inspiraron para escribir estas líneas. Uno de ellos es un bioquímico especializado en bacteriología, que justamente cuando profundizamos en su historia, asociaba nítidamente cada uno de sus padecimientos físicos con momentos donde su sufrimiento emocional había sido muy marcado.
A raíz de estos comentarios, él mismo quiso tantear mi opinión acerca del origen de la enfermedad, y era obvio que ambos coincidíamos, a excepción de un aspecto, el de las enfermedades contagiosas:
“Sólo en esos casos doctor, creo que el agente causal es fundamental y nuestra teoría hace agua”.
Sin embargo, yo sigo creyendo que es el huésped el que “permite” que la enfermedad se exprese, y también el que dependiendo de su estado condiciona la benignidad o la gravedad de una enfermedad contagiosa.
Sin duda que sin virus de la gripe no hay gripe, pero a nadie se le escapa, que hay gente que entra en contacto con el virus y no se enferma, hay otros que se enferman y apenas se enteran, y otros que terminan desarrollando una enfermedad mortal.
La otra historia absolutamente conmovedora, es el de una paciente deliciosa, que me narró lo siguiente:
“ era casi una adolescente y me había enamorado de un hombre que mi familia no aceptaba, teniendo que separarme de él. Meses más tarde contraje una tuberculosis pulmonar, la enfermedad de los románticos”, me señaló.
A esa misma conclusión había llegado yo hace más de 20 años escribiendo un trabajo sobre poetas románticos de la antigüedad afectados por esta enfermedad, basado en una idea sugerida por maestros de la homeopatía francesa que vinculaban la tuberculosis, con penas por amor no correspondido, o decepción de amor o con otras pérdidas afectivas.
“No hay enfermedades sino enfermos“, dice una frase que seguramente muchos habrán escuchado alguna vez , yo añadiría, no hay enfermos sin desarmonía, y no habrá curación completa si no se tienen en cuenta al ser humano como una totalidad.
Ricardo Nacach
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