Curar no es suprimir
- Ricardo Nacach
- 4 may 2015
- 3 Min. de lectura
“Quedate tranquilo, lo tuyo ya es historia, estas completamente curado”.

Esta es una típica despedida entre un médico ortodoxo, y su paciente al momento de darle el alta por un padecimiento de cualquier índole.
Los dos quedarán contentos, y no debiera ser de otro modo, sólo que desde mi punto de vista, sería muy necesario preguntarse, investigar y luego tratar de solucionar aquellos factores que pudieron estar involucrados en la aparición de ese padecimiento recientemente resuelto.
Estos aspectos, pueden ser externos como exceso de trabajo, pocas horas de sueño, exposición a un clima al cual el paciente es sensible especialmente, una mala alimentación y muchas otras.
Los internos, vinculados a aspectos emocionales tales como situaciones de estrés, enojos, angustias, indignaciones, frustraciones, penas, pensamientos que taladran la mente en forma permanente, temores, inseguridades, etc.
Los energéticos, de vital importancia, donde estados de desborde, estancamiento o agotamiento puedan abrirle las puertas a los factores internos y externos.
Siempre los ejemplos clarifican más que toda esta teoría:
Una paciente me consulta días pasados por un profundo agotamiento psicofísico, su aspecto y actitud denotan cansancio y falta de alegría:
“Estoy que no me reconozco, sin ganas de salir, ni de conversar, me meto adentro de mi casa y me paso el fin de semana comiendo y mirando la tele, como si esa fuera mi única satisfacción. En el trabajo y en casa me ven irritable, no aguanto los ruidos, ni el desorden, no soporto tener que repetir las cosas dos veces, estoy susceptible y cualquier respuesta que me dan me parece ofensiva”.
“No aguanto los cambios de clima, me muero de calor en la calle pero soporto pésimamente el frio del aire acondicionado. Estoy resfriada semana por medio, con alergias, malestares digestivos de todo tipo, las menstruaciones vienen cuando quieren, y ni hablar de mi deseo sexual que es menos diez”.
“En mi carácter estoy además de chinchuda, muy insegura, llena de temores, y con la mente como vacía, desconcentrada”.
“Como ves Ricardo, pareciera que me hubiera puesto encima diez años en pocos meses, estoy hecha un desastre…”
Este ejemplo, incluye un encadenamiento de síntomas que no necesariamente debe manifestarse en forma completa. Ahora bien, ¿y si esta paciente recibe durante un tiempo remedios tales como: antialérgicos, digestivos, antiácidos, polivitamínicos, algún hipnótico para mejor dormir, un sedante para estar más calmada durante el día y quizás un antidepresivo, y tiene la suerte de mejorar , podemos decir “quedate tranquila, estás curada”?.
A juzgar por lo que aprendí en mi antigua formación médica en la Universidad, y durante mi residencia, la respuesta es “si o quizás”.
Pero desde los conocimientos que he ido atesorando en estos últimos treinta años, verdaderamente no lo creo.
Esta paciente no estará curada, sólo sería suprimida en sus manifestaciones superficiales, y si no la equilibramos en totalidad, los síntomas, en el mejor de los casos volverán a aparecer, o eventualmente, esas manifestaciones que intentaba llegar a la superficie como una guía que nos llevara a una curación verdadera, viendo bloqueada (suprimida) su salida , buscará planos más profundos del ser, para hacer su aparición y quizás ya no sea tan sencillo verlas y mucho menos curarlas desde la raíz de la desarmonía.
El cambio en la mentalidad colectiva viene dándose hace muchos años, y cada uno de estos conceptos tal vez sea un pequeño granito de arena en el desierto, pero tengo la firme convicción que cada vez sumará más.
Gracias
Ricardo Nacach
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