top of page

Primer Mandamiento: No Negar

  • Foto del escritor: Ricardo Nacach
    Ricardo Nacach
  • 6 dic 2015
  • 2 Min. de lectura

Días pasados conocí un paciente de unos 43 años. Gerente general de una empresa multinacional. Participante de foros internacionales vinculados a su especialidad. Casado, padre de dos chicos. 

Al sentarse ante mí, apaga prolijamente sus dos teléfonos celulares, uno de ellos tiene a su vez dos líneas, según me cuenta.

Tiene entre sus motivos de consulta, un exceso de treinta kilos de peso, una diabetes incipiente, y el antecedente de haber padecido un “infartito” (típica subestimación de aquel que prefiere negar) de miocardio hace un año y medio. Le han detectado hipertensión arterial “pero sólo cuando estoy muy nervioso”, agrega, como si tal situación pudiera ser prevenida, o abortada una vez que se desencadena.

Cada día recibe seis remedios diferentes. 

Ante mi pregunta de cómo y por qué cree que ha ocurrido semejante situación, la respuesta es la siguiente:

“Soy una persona demasiado perfeccionista para todo, y cuando hago una dieta, y veo que no la cumplo impecablemente, la termino abandonando“.

Yo creo que debe ser bastante poco llevadera la sensación de ser perfeccionista, y a la vez, aunque minimizado por el inconsciente temeroso, ver que la salud hace agua por los cuatro costados.

Entiendo que su abandono de los tratamientos, no es en modo alguno una cuestión que dependa del perfeccionismo, sino de EGO más una alta dosis de negación.

Para su EGO, no hay mejor excusa que justifique el abandono y el descuido que el discurso de la exigencia. Para sus temores, no hay mejor herramienta que la negación al estilo avestruz, y definir un infarto como un infartito, a un exceso de 30 kilos, como a una travesura de un niño que muere por los helados, a su diabetes, como una mala jugada de la fortuna genética, y a la hipertensión , como una condición meramente circunstancial que depende de ponerse o no ponerse nervioso por algún hecho cotidiano.

¿A cuántas personas les debe estar pasando lo mismo en este momento? ¿Cuántos de nosotros nos vemos envueltos en una vorágine diaria que nos pone anteojeras, y nos dificulta la mirada para diferenciar lo importante de lo imprescindible?.

¿ A cuántos más el agotamiento energético , nos sofoca la chispa capaz de encender la llama de una vida más sana y por ende mejor vivida?.

Todo esto es posible, no siempre es sencillo, pero muchísimo peor, es ni siquiera saber que existe esta posibilidad de ver las cosas de otra manera y modificar el rumbo.

Regalo para pensar… 

Ricardo Nacach

Comments


bottom of page